Cómo encontrar consuelo después de los ataques del 11 de septiembre: Amy Gabriel comparte su historia

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La mañana del 11 de septiembre de 2001, Amy Gabriel no podía encontrar una canción en la radio. Ella manejaba cuatro horas hacia Shanksville, Pennsylvania, en un vehículo de la Cruz Roja para responder a la tragedia del Vuelo 93. No había ningún reproductor de casetes o CD en el vehículo, y ella no tenía nada para distraerse de sus propios pensamientos.

“No podía encontrar ni una simple canción en la radio”, dijo ella. “De repente, los comentaristas deportivos informaban sobre eventos globales, los DJ de la radio que suelen tener concursos y hacer reír a la gente de repente se vieron incorporados en este solemne momento histórico”. La canción que al final encontró, “Let it Be” por los Beatles, significa algo diferente para ella después de ese viaje.

Gabriel, quien ahora se desempeña como Gerente de Cadre en Asistencia Pública de FEMA, había sido movilizada por la Cruz Roja esa mañana para servir como directora auxiliar de operaciones para la respuesta por el desastre de aviación del Vuelo 93. El Vuelo 93 de United Airlines era el único de los aviones secuestrados ese día que no llegó a su blanco previsto. El avión salió de su rumbo después de que la tripulación y los pasajeros intentaron retomar el control del avión; sin embargo, se estrelló en un campo pequeño en Shanksville.

Durante las próximas semanas, Gabriel terminaría liderando la planificación e implementación de tres servicios de conmemoración. Uno era para la comunidad de Shanksville, para que sus miembros pudieran expresar su duelo por lo que había ocurrido en su comunidad. Los otros dos eran para las personas que habían perdido a miembros de sus familias o amigos. A estos servicios asistieron Laura Bush, Lynne Cheyney y todo el equipo de los Steelers de Pittsburgh. Gabriel también organizó dos viajes al sitio para los miembros de las familias y los empleados de United Airlines para que visitaran el memorial que se había establecido allí.

“Los sitios de desastres como esos se convierten en tierras sagradas, así que las visitas a los sitios son una parte normal del proceso para las personas en duelo”, dijo Gabriel.

Durante estas visitas al sitio, ella estaría en los autobuses con los miembros de las familias en camino al sitio y las personas se pondrían en fila a la orilla de la carretera.

“Las personas esperaban el paso de estos autobuses”, dijo ella. "Y cuando pasamos por cada cruce de caminos, se podían ver los saludos de las personas que prestaban servicio a nuestro país de alguna manera - la policía, el personal de respuesta, el personal militar. Y después se vería a personas, ciudadanos estadounidenses normales, que sostenían letreros hermosos que daban apoyo a estas familias que habían perdido tanto, y para los Estados Unidos. El apoyo que recibieron durante esta tragedia terrible que había ocurrido en su comunidad agrícola pequeña es, creo, para mí, una de las partes más emocionales”.

Cuando el autobús pasó por la escuela elemental de Shanksville, vieron que cada ventana estaba cubierta con letreros de apoyo. Gabriel dijo que estos esfuerzos afectaron de manera positiva a las personas a bordo del autobús. El silencio se convirtió en llanto, agradecimiento y diálogo.

Otro momento que ofreció consuelo fue cuando un miembro de una familia en duelo exigió hablar con los Steelers de Pittsburgh, que asistían al servicio de conmemoración. La persona que ella había perdido había sido aficionada de los Steelers y ella quería decirle al equipo precisamente lo que habían hecho mal en su último partido y por qué perdieron. “Era algo amigable y había abrazos y un poco de risa en medio de tanta tristeza”, dijo Gabriel.

Estos momentos también impactaron a Gabriel a nivel más personal. “No se puede responder a un evento como ese sin que te cambie en algún grado”, dijo ella.

En aquel entonces, Gabriel era una joven madre de un niño de dos años. Dejar a su hijo en un día como ese, dijo ella, cuando todos solo querían estar con sus familias, fue muy difícil.

“Ningún miembro del personal de respuesta podía abrazar a su familia porque todos iban en la dirección opuesta”, dijo ella. “En vez de ir a casa para obtener consuelo, dejaban a sus familias para satisfacer las necesidades de la nación en ese momento”.

Ahora, su bebé ha crecido y tiene una hermana grande, también. En los años desde los ataques, Gabriel continúa respondiendo a las tragedias que nuestro país ha afrontado, desde desastres devastadores hasta la tragedia del tiroteo en la Escuela Sandy Hook. Su función ahora en FEMA es ayudar a guiar a la próxima generación de funcionarios de manejo de emergencias.

No importa lo que ocurra en el mundo o en sus vidas, el 11 de septiembre de cada año, Gabriel dice que tiene comunicación con las personas con quienes trabajó durante la respuesta. “No importa dónde nuestras vidas o carreras nos han llevado, nos reunimos como si nunca nos hubiéramos separado”, dijo ella. “Ese es el vínculo que un evento de tal magnitud genera.”

 

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